EL MUNDO QUE QUISIÉRAMOS
Cuán felices seríamos si pudiéramos vivir en un mundo:
Donde reinara la armonía entre los seres humanos y la Naturaleza; las quebradas bajaran
cristalinas de las montañas y los ríos corrieran puros por los valles; nuestros prados
fueran verdes, cubiertos no de basura sino de flores; se pudiera respirar aire fresco y
puro, y gozar de esa serena quietud y ese profundo silencio que hacen posible escuchar
lar armonías del Universo.
Donde todo ser, hasta la pequeña hormiga, pudiera vivir en paz; los seres humanos no
nos consideráramos superiores unos a otros sino hermanos; y todos pudiéramos mirarnos
serenamente la cara y sonreír.
Donde no existieran fronteras, y todo el Planeta fuera nuestra patria; escasearan los
códigos, leyes y abogados; desaparecieran las armas y los ejércitos; el gobierno tuviera
poca injerencia en la vida de los ciudadanos.
Donde la diversidad de lenguas y de razas no dividiera los corazones; pudiéramos
recorrer los senderos del mundo sin temer a los ladrones ni desafiar la miseria de nuestros
semejantes.
Donde reinara la verdad, la justicia y la libertad; cada cual pudiera decir aquello que
piensa y siente sin temor a herir o ser herido; subrayáramos la parte positiva de la vida,
siendo especialistas en hablar bien del prójimo.
Donde buscáramos antes colaborar que competir, hacer el bien con sencillez, sin anhelar
prestigio ni esperar agradecimiento; hacer el amor con real afecto, responsabilidad,
libertad y sin contratos de exclusividad; cada cual fuera auténtico y viviera su vida sin
buscar imagen ni temer condenas.
Donde se trabajara menos y mejor, y todo se hiciera con alegría; fuera el gozo el común
denominador de la vida.
Donde la única ambición fuera servir y hacer felices a los demás, y la principal aspiración,
disfrutar a plenitud de esa hermosa, única y breve ocasión de convivir con los demás y
con el universo, que llamamos vida.
Pero como ese mundo no existe, nos toca trabajar gozosamente en su construcción,
para felicidad de nuestros hijos y de las futuras generaciones, con la única satisfacción
de no morir, sin haber hecho antes todo lo posible por lograrla.
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