LECTURA 1
EL SER HUMANO IDEAL
Aunque
cada cultura tiene un peculiar concepto o imagen del ser humano ideal, hay
ciertas coincidencias y características universales deseables, marcadas dentro
de la misma naturaleza humana.
El
llamado a ser del ser humano, está hondamente grabado en la esencia de su ser.
Cada
ser, y el ser humano es consciente de ello, lleva en su interior ese conato
impulso a ser aquello que debe ser, es decir, a hacer que su existencia se
acerque lo más posible a su esencia. ¿Cuál es pues la naturaleza o esencial del
ser humano que marca sus potencialidades de ser?
El
ser humano tiene una esencia orgánica, sensible y amante, racional,
transformadora, libre, razonable, política, ética y estética.
En
su aspecto orgánico el ideal humano está centrado en ser saludable; conservar
su organismo sano mediante hábitos
de aseo, nutrición cultura física y medicina preventiva.
El
ser humano es capaz de estimulación y de sentimientos. Buscar el ideal humano
es cultivar la sensibilidad, la capacidad de goce, de ternura y de sentimiento;
la capacidad de gozar intensamente pero también de sobrellevar con dignidad el
sufrimiento, la capacidad de vivir emociones y pasiones sin estorbarlas pero
evitando que anulen la razón y la libertad.
El
ser humano tiene capacidad de amar. Por ese motivo el ser humano ideal debe ser
capaz de dar sin esperar, de amar desinteresadamente, de entregarse sin buscar
correspondencia. Su natural amor a sí mismo estará abierto a los demás y al
mundo.
El
ser humano tiene vocación a pensar, a razonar, a medir las consecuencias de sus
acciones y a correr con responsabilidades. El ser humano ideal se atreve a
pensar, no vive con cerebro prestado ni hipoteca su pensamiento al de los
demás, es crítico, no ingenuo ni crédulo; se atreve a decir aquello que piensa
y a vivir de acuerdo con su pensamiento corriendo responsablemente los riesgos
inherentes a esta coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se
vive.
El
ser humano ideal está llamado a la autonomía, a decidir de acuerdo con su
conciencia, sin falsos temores ni artificiales mandatos o fronteras.
El
ser humano es un ser creador y transformador. No está llamado a repetir sino a
innovar, no teme caminar por senderos desconocidos ni abrir nuevas sendas a la
humanidad; ejercita permanentemente la ocurrencia; trabaja y se esfuerza en pos
de la excelencia.
El
ser humano es solidario y político; busca crear o afianzar sus nexos con los
demás y con la Naturaleza; es connatural con la paz, con la violencia, con el
amor, no con el odio; le agrada y busca participar; no está hecho para la
indiferencia sino para el compromiso; la visión y proyección de su vida es
trascendente y universal, superando el marco de su yo, de su familia y de su
patria para abarcar las dimensiones de la humanidad y del Universo.
El ser humano
es estético, es un contemplativo, saboreador y creador de armonía y belleza.
Finalmente el
ser humano es ÉTICO; es capaz de valorar y establecer una jerarquía de valores;
busca y logra el bien; se conforma a él por convicción, no por razones de temor
o de utilidad.
LECTURA
2
LAS
DIMENSIONES DE LA EXISTENCIA HUMANA
Las
facetas de la existencia humana son más numerosas que las de un cristal. Nunca
terminaremos de conocernos y de profundizar en el interior de nuestra
existencia.
De
manera simplificada podemos distinguir algunas dimensiones fundamentales de la
existencia humana que llamaremos personal, socio familiar y profesional.
La
faceta personal de nuestra existencia está compuesta por aquello que somos como
individuos, aquello que internamente nos pertenece, aquello que nosotros
solamente podemos sentir: nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestros sentimientos,
nuestras emociones, nuestras frustraciones, nuestras aspiraciones, nuestras
cualidades, nuestros defectos, nuestras experiencias. Nadie puede sufrir en mi
lugar, ni morir por mí, ni amar por mí, ni enfermarse por mí. Esa esfera es de
mi exclusividad. Mi tarea es conocerla y cambiarla en aquello que sea posible y
conveniente cambiar. Debemos
valorarnos a nosotros mismos, amarnos. Amarse a sí mismo, amar la vida,
amar lo que somos, es principal deber y primordial virtud del ser humano.
Un
sano altruismo debe estar basado en un sano egoísmo. Si no cuidamos nuestra
salud, no podremos servir
a los demás, ni cumplir con nuestro deber, tornándonos en carga para la
sociedad.
Odiarse
o despreciarse a sí mismo, o renegar de la vida, o lamentarse de aquello que
uno es, es una actitud negativa y estéril.
La
faceta social y familiar está constituida por las relaciones de mi yo con su
entorno y con los demás seres y grupos humanos, comenzando por la propia
familia, la patria, la universidad, los amigos, el barrio. El ser humano debe buscar
enriquecer sus relaciones sociales porque de la calidad de tales relaciones
sociales surge un enriquecimiento mutuo que promueve una sociedad humanamente
enriquecida. Por naturaleza somos sociales.
El
aislamiento, el egoísmo y el conflicto acaban con la humanidad.
La faceta profesional está constituida
por nuestra actividad laboral propiamente dicha.
Optimizarla,
orientarla, realizarla con excelencia, con entusiasmo y con responsabilidad, es
un deber humano. La mediocridad es humanamente intolerable.
Estas facetas de nuestro comportamiento
deben ser conocidas, asumidas, enriquecidas y armonizadas de tal manera que no se contaminen sino que se colaboren
mutuamente dando unidad y coherencia a nuestro comportamiento.
3ª LECTURA GRADO SEXTO
SIGNIFICADO Y VALORES
a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a
DE MI SER CORPÓREO
No escogí ser cuerpo; es mi única CONDICIÓN DE VIDA, de aquella
única vida que me toca, puedo y tengo el privilegio de vivir.
Mi cuerpo es MI COMPAÑERO de vida. Doquiera que yo vaya, conmigo
mi cuerpo va, como dócil o rebelde, duro o dulce compañero de mi conciencia.
Sólo el dueño me libera temporal y parcialmente de él y la muerte lo hace
definitivamente, pero en ambos casos dejando de ser parcial o totalmente
nosotros mismos.
MI CUERPO ES MI YO MISMO. Mi conciencia me parece hacer sentirlo
como algo diferente de mí, objetiva mi cuerpo, realiza una artificial
separación entre mi “yo” y mi cuerpo. Pero si reflexiono, me doy cuenta que, mi
cuerpo es mi yo mismo. No puedo sentir sin él, no puedo conocer sin él, no
puedo existir sin él.
Todo aquello que experimento, todo aquello que constituye mi yo,
pasa por los sentidos, es un producto de la interacción de mi cuerpo con su
medio vital. Es ese manojo de unificado de experiencias presentes y pasadas lo
que constituye mi conciencia.
MI
CUERPO ES UNA LIMITACIÓN. Por él estoy anclado en un solo lugar, sólo
sucesivamente puedo pasar a otro. Sus fuerzas son limitadas. Mi capacidad de
oír, oler, saborear, sentir, es limitada. No puedo oír más allá de donde puede
y resiste mi organismo. Mi capacidad de locomoción y estimulación está reducida
al ámbito limitado de mi cuerpo. Mis emociones, mis gustos, mis gozos y mis
dolores están reducidos a su estrecho margen. Quisiera volar pero no puedo
hacerlo; quisiera vivir en todo el mundo pero estoy arraigado en un lugar;
quisiera vivir todo lo posible en un instante, pero por ser corpóreo depende de
un mundo de tiempo y movimiento. El adelanto tecnológico puede suplir muchas de
esas limitaciones pero es incapaz de suprimirlas.
MI
CUERPO ES DEBILIDAD. Todo en él es fácilmente vulnerable.
Comparativamente
lo es más que el de cualquier otro animal. Las surtidas farmacias para los
seres humanos y los numerosos puestos de salud con nutrida clientela, son
prueba de la indefinida variedad de enfermedades a que está sometido el ser
humano por el hecho de ser cuerpo.
MI
CUERPO ES UN RIESGO. Está acechado de peligros. Puede ser fácil blanco de la
bala de un fusil o de un diminuto insecto contaminado. El calor, el frío, la
lluvia, la comida: todo lo hace vivir, pero también lo puede hacer morir.
MI
CUERPO ES GRANDEZA. Es una maravillosa e inagotable fuente de experiencia.
Ni
el brillo ni el calor del sol, ni las caricias del viento o de los seres
amados, ni las dulces melodías como el trino de los pájaros o el murmullo de
los torrentes, ni la significativa palabra, ni el dolor, ni las dulces
excitaciones, ni el éxtasis de la relación sexual, nada sería posible sin él. La
mente no existiría o si existiera sería vacía, fría y carente de significado,
sin la experiencia sensible. Porque sin mi cuerpo no habría relación e
intercomunicación con la Naturaleza y los demás seres que me rodean.
Mi cuerpo es una frágil y pasajera, pero ciertamente muy admirable,
dulce y excitante forma y ocasión de ser; muchas veces frustrada o empobrecida.
4ª
LECTURA GRADO SEXTO
LA
MARAVILLA DE VIVIR
A
los seres humanos nos asombra y aterra
la muerte, pero ante la vida somos terriblemente indiferentes. Vivir nos parece
algo demasiado común y normal. Nos hemos acostumbrado a vivir.
Muchas veces hace falta que nos sacuda la muerte para darnos
cuenta que estamos vivos.
Cuántos hijos, cuando la madre muere, corren presurosos a
enterrarla. Le compran un fino ataúd para que el ser querido repose en paz
cómodamente y entre sedas; rodean su cadáver de hermosas y perfumadas flores;
entre sollozos claman cómo la amaban. Pero mientras estuvo viva no la visitaron
ni le llevaron dulces y flores. Y esa misma madre, cuyo cadáver hoy reposa
entre perfumes y sedas, mientras vivió tuvo que dormir en un incómodo catre, un
viejo colchón y malolientes cobijas. Hoy ya no ve, ni huele, ni siente, las
atenciones que a su cadáver rinden sus desatentos hijos.
Son raros quienes se maravillan y alegran ante la vida. Ella
es un milagro permanente ante el cual nos hemos acostumbrado. Lo raro no es que
un ser muera; lo milagroso es que vivamos y haya vida en el mundo. Es fácil que
un ser muera; es asombroso que viva.
Cuando contemplo un automotor varado en la carretera,
frecuentemente me pregunto por qué mi organismo, aparato más complejo y
delicado que el del automotor, no se ha varado irremediablemente en el camino
de la existencia. Sus numerosas células, órganos, glándulas, válvulas, tan
complejas y débiles, ¿Por qué no han parado su funcionar como en el caso de
otros seres humanos mucho más fuertes, inteligentes y dignos de vivir? ¿Por qué
no he sido yo la víctima de esos tan numerosos accidentes, asesinatos y
enfermedades de la más variada índole que han segado la vida de tantos seres
humanos?
“Dar por hecho que estamos vivos, es desperdiciar la vida,
pues cuando nos damos cuenta que el tiempo ha pasado, es demasiado tarde para
recuperarla” (Jairo Galeano).
Cada día y en cada momento y especialmente cuando, después
del sueño, abriendo los ojos, nos percatamos admirados que no estamos muertos,
elevemos un canto alegre a la vida.
(Reinaldo Suárez Díaz. Lecciones de vida, o.c.p. 15-16).
Finalmente el
ser humano es ÉTICO; es capaz de valorar y establecer una jerarquía de valores;
busca y logra el bien; se conforma a él por convicción, no por razones de temor
o de utilidad.
LECTURA
2
LAS
DIMENSIONES DE LA EXISTENCIA HUMANA
Las
facetas de la existencia humana son más numerosas que las de un cristal. Nunca
terminaremos de conocernos y de profundizar en el interior de nuestra
existencia.
De
manera simplificada podemos distinguir algunas dimensiones fundamentales de la
existencia humana que llamaremos personal, socio familiar y profesional.
La
faceta personal de nuestra existencia está compuesta por aquello que somos como
individuos, aquello que internamente nos pertenece, aquello que nosotros
solamente podemos sentir: nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestros sentimientos,
nuestras emociones, nuestras frustraciones, nuestras aspiraciones, nuestras
cualidades, nuestros defectos, nuestras experiencias. Nadie puede sufrir en mi
lugar, ni morir por mí, ni amar por mí, ni enfermarse por mí. Esa esfera es de
mi exclusividad. Mi tarea es conocerla y cambiarla en aquello que sea posible y
conveniente cambiar. Debemos
valorarnos a nosotros mismos, amarnos. Amarse a sí mismo, amar la vida,
amar lo que somos, es principal deber y primordial virtud del ser humano.
Un
sano altruismo debe estar basado en un sano egoísmo. Si no cuidamos nuestra
salud, no podremos servir
a los demás, ni cumplir con nuestro deber, tornándonos en carga para la
sociedad.
Odiarse
o despreciarse a sí mismo, o renegar de la vida, o lamentarse de aquello que
uno es, es una actitud negativa y estéril.
La
faceta social y familiar está constituida por las relaciones de mi yo con su
entorno y con los demás seres y grupos humanos, comenzando por la propia
familia, la patria, la universidad, los amigos, el barrio. El ser humano debe buscar
enriquecer sus relaciones sociales porque de la calidad de tales relaciones
sociales surge un enriquecimiento mutuo que promueve una sociedad humanamente
enriquecida. Por naturaleza somos sociales.
El
aislamiento, el egoísmo y el conflicto acaban con la humanidad.
La faceta profesional está constituida
por nuestra actividad laboral propiamente dicha.
Optimizarla,
orientarla, realizarla con excelencia, con entusiasmo y con responsabilidad, es
un deber humano. La mediocridad es humanamente intolerable.
Estas facetas de nuestro comportamiento
deben ser conocidas, asumidas, enriquecidas y armonizadas de tal manera que no se contaminen sino que se colaboren
mutuamente dando unidad y coherencia a nuestro comportamiento.
3ª LECTURA GRADO SEXTO
SIGNIFICADO Y VALORES
a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a a
DE MI SER CORPÓREO
No escogí ser cuerpo; es mi única CONDICIÓN DE VIDA, de aquella
única vida que me toca, puedo y tengo el privilegio de vivir.
Mi cuerpo es MI COMPAÑERO de vida. Doquiera que yo vaya, conmigo
mi cuerpo va, como dócil o rebelde, duro o dulce compañero de mi conciencia.
Sólo el dueño me libera temporal y parcialmente de él y la muerte lo hace
definitivamente, pero en ambos casos dejando de ser parcial o totalmente
nosotros mismos.
MI CUERPO ES MI YO MISMO. Mi conciencia me parece hacer sentirlo
como algo diferente de mí, objetiva mi cuerpo, realiza una artificial
separación entre mi “yo” y mi cuerpo. Pero si reflexiono, me doy cuenta que, mi
cuerpo es mi yo mismo. No puedo sentir sin él, no puedo conocer sin él, no
puedo existir sin él.
Todo aquello que experimento, todo aquello que constituye mi yo,
pasa por los sentidos, es un producto de la interacción de mi cuerpo con su
medio vital. Es ese manojo de unificado de experiencias presentes y pasadas lo
que constituye mi conciencia.
MI
CUERPO ES UNA LIMITACIÓN. Por él estoy anclado en un solo lugar, sólo
sucesivamente puedo pasar a otro. Sus fuerzas son limitadas. Mi capacidad de
oír, oler, saborear, sentir, es limitada. No puedo oír más allá de donde puede
y resiste mi organismo. Mi capacidad de locomoción y estimulación está reducida
al ámbito limitado de mi cuerpo. Mis emociones, mis gustos, mis gozos y mis
dolores están reducidos a su estrecho margen. Quisiera volar pero no puedo
hacerlo; quisiera vivir en todo el mundo pero estoy arraigado en un lugar;
quisiera vivir todo lo posible en un instante, pero por ser corpóreo depende de
un mundo de tiempo y movimiento. El adelanto tecnológico puede suplir muchas de
esas limitaciones pero es incapaz de suprimirlas.
MI
CUERPO ES DEBILIDAD. Todo en él es fácilmente vulnerable.
Comparativamente
lo es más que el de cualquier otro animal. Las surtidas farmacias para los
seres humanos y los numerosos puestos de salud con nutrida clientela, son
prueba de la indefinida variedad de enfermedades a que está sometido el ser
humano por el hecho de ser cuerpo.
MI
CUERPO ES UN RIESGO. Está acechado de peligros. Puede ser fácil blanco de la
bala de un fusil o de un diminuto insecto contaminado. El calor, el frío, la
lluvia, la comida: todo lo hace vivir, pero también lo puede hacer morir.
MI
CUERPO ES GRANDEZA. Es una maravillosa e inagotable fuente de experiencia.
Ni
el brillo ni el calor del sol, ni las caricias del viento o de los seres
amados, ni las dulces melodías como el trino de los pájaros o el murmullo de
los torrentes, ni la significativa palabra, ni el dolor, ni las dulces
excitaciones, ni el éxtasis de la relación sexual, nada sería posible sin él. La
mente no existiría o si existiera sería vacía, fría y carente de significado,
sin la experiencia sensible. Porque sin mi cuerpo no habría relación e
intercomunicación con la Naturaleza y los demás seres que me rodean.
Mi cuerpo es una frágil y pasajera, pero ciertamente muy admirable,
dulce y excitante forma y ocasión de ser; muchas veces frustrada o empobrecida.
4ª
LECTURA GRADO SEXTO
LA
MARAVILLA DE VIVIR
A
los seres humanos nos asombra y aterra
la muerte, pero ante la vida somos terriblemente indiferentes. Vivir nos parece
algo demasiado común y normal. Nos hemos acostumbrado a vivir.
Muchas veces hace falta que nos sacuda la muerte para darnos
cuenta que estamos vivos.
Cuántos hijos, cuando la madre muere, corren presurosos a
enterrarla. Le compran un fino ataúd para que el ser querido repose en paz
cómodamente y entre sedas; rodean su cadáver de hermosas y perfumadas flores;
entre sollozos claman cómo la amaban. Pero mientras estuvo viva no la visitaron
ni le llevaron dulces y flores. Y esa misma madre, cuyo cadáver hoy reposa
entre perfumes y sedas, mientras vivió tuvo que dormir en un incómodo catre, un
viejo colchón y malolientes cobijas. Hoy ya no ve, ni huele, ni siente, las
atenciones que a su cadáver rinden sus desatentos hijos.
Son raros quienes se maravillan y alegran ante la vida. Ella
es un milagro permanente ante el cual nos hemos acostumbrado. Lo raro no es que
un ser muera; lo milagroso es que vivamos y haya vida en el mundo. Es fácil que
un ser muera; es asombroso que viva.
Cuando contemplo un automotor varado en la carretera,
frecuentemente me pregunto por qué mi organismo, aparato más complejo y
delicado que el del automotor, no se ha varado irremediablemente en el camino
de la existencia. Sus numerosas células, órganos, glándulas, válvulas, tan
complejas y débiles, ¿Por qué no han parado su funcionar como en el caso de
otros seres humanos mucho más fuertes, inteligentes y dignos de vivir? ¿Por qué
no he sido yo la víctima de esos tan numerosos accidentes, asesinatos y
enfermedades de la más variada índole que han segado la vida de tantos seres
humanos?
“Dar por hecho que estamos vivos, es desperdiciar la vida,
pues cuando nos damos cuenta que el tiempo ha pasado, es demasiado tarde para
recuperarla” (Jairo Galeano).
Cada día y en cada momento y especialmente cuando, después
del sueño, abriendo los ojos, nos percatamos admirados que no estamos muertos,
elevemos un canto alegre a la vida.
(Reinaldo Suárez Díaz. Lecciones de vida, o.c.p. 15-16).