domingo, 6 de mayo de 2018

LECTURAS GRADO SEXTO


LECTURA 1

EL SER HUMANO IDEAL

Aunque cada cultura tiene un peculiar concepto o imagen del ser humano ideal, hay ciertas coincidencias y características universales deseables, marcadas dentro de la misma naturaleza humana.

El llamado a ser del ser humano, está hondamente grabado en la esencia de su ser.

Cada ser, y el ser humano es consciente de ello, lleva en su interior ese conato impulso a ser aquello que debe ser, es decir, a hacer que su existencia se acerque lo más posible a su esencia. ¿Cuál es pues la naturaleza o esencial del ser humano que marca sus potencialidades de ser?

El ser humano tiene una esencia orgánica, sensible y amante, racional, transformadora, libre, razonable, política, ética y estética.

En su aspecto orgánico el ideal humano está centrado en ser saludable; conservar su      organismo sano mediante hábitos de aseo, nutrición cultura física y medicina preventiva.

El ser humano es capaz de estimulación y de sentimientos. Buscar el ideal humano es cultivar la sensibilidad, la capacidad de goce, de ternura y de sentimiento; la capacidad de gozar intensamente pero también de sobrellevar con dignidad el sufrimiento, la capacidad de vivir emociones y pasiones sin estorbarlas pero evitando que anulen la razón y la libertad.

El ser humano tiene capacidad de amar. Por ese motivo el ser humano ideal debe ser capaz de dar sin esperar, de amar desinteresadamente, de entregarse sin buscar correspondencia. Su natural amor a sí mismo estará abierto a los demás y al mundo.

El ser humano tiene vocación a pensar, a razonar, a medir las consecuencias de sus acciones y a correr con responsabilidades. El ser humano ideal se atreve a pensar, no vive con cerebro prestado ni hipoteca su pensamiento al de los demás, es crítico, no ingenuo ni crédulo; se atreve a decir aquello que piensa y a vivir de acuerdo con su pensamiento corriendo responsablemente los riesgos inherentes a esta coherencia entre lo que se piensa, lo que se dice y lo que se vive.

El ser humano ideal está llamado a la autonomía, a decidir de acuerdo con su conciencia, sin falsos temores ni artificiales mandatos o fronteras.

El ser humano es un ser creador y transformador. No está llamado a repetir sino a innovar, no teme caminar por senderos desconocidos ni abrir nuevas sendas a la humanidad; ejercita permanentemente la ocurrencia; trabaja y se esfuerza en pos de la excelencia.

El ser humano es solidario y político; busca crear o afianzar sus nexos con los demás y con la Naturaleza; es connatural con la paz, con la violencia, con el amor, no con el odio; le agrada y busca participar; no está hecho para la indiferencia sino para el compromiso; la visión y proyección de su vida es trascendente y universal, superando el marco de su yo, de su familia y de su patria para abarcar las dimensiones de la humanidad y del Universo.


El ser humano es estético, es un contemplativo, saboreador y creador de armonía y belleza.

Finalmente el ser humano es ÉTICO; es capaz de valorar y establecer una jerarquía de valores; busca y logra el bien; se conforma a él por convicción, no por razones de temor o de utilidad.

LECTURA 2
LAS DIMENSIONES DE LA EXISTENCIA HUMANA
Las facetas de la existencia humana son más numerosas que las de un cristal. Nunca terminaremos de conocernos y de profundizar en el interior de nuestra existencia.
De manera simplificada podemos distinguir algunas dimensiones fundamentales de la existencia humana que llamaremos personal, socio familiar y profesional.
La faceta personal de nuestra existencia está compuesta por aquello que somos como individuos, aquello que internamente nos pertenece, aquello que nosotros solamente podemos sentir: nuestro cuerpo, nuestra salud, nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestras frustraciones, nuestras aspiraciones, nuestras cualidades, nuestros defectos, nuestras experiencias. Nadie puede sufrir en mi lugar, ni morir por mí, ni amar por mí, ni enfermarse por mí. Esa esfera es de mi exclusividad. Mi tarea es conocerla y cambiarla en aquello que sea posible y conveniente cambiar. Debemos valorarnos a nosotros mismos, amarnos. Amarse a sí mismo, amar la vida, amar lo que somos, es principal deber y primordial virtud del ser humano.
Un sano altruismo debe estar basado en un sano egoísmo. Si no cuidamos nuestra salud, no podremos servir a los demás, ni cumplir con nuestro deber, tornándonos en carga para la sociedad.
Odiarse o despreciarse a sí mismo, o renegar de la vida, o lamentarse de aquello que uno es, es una actitud negativa y estéril.
La faceta social y familiar está constituida por las relaciones de mi yo con su entorno y con los demás seres y grupos humanos, comenzando por la propia familia, la patria, la universidad, los amigos, el barrio. El ser humano debe buscar enriquecer sus relaciones sociales porque de la calidad de tales relaciones sociales surge un enriquecimiento mutuo que promueve una sociedad humanamente enriquecida. Por naturaleza somos sociales.
El aislamiento, el egoísmo y el conflicto acaban con la humanidad.
La faceta profesional está constituida por nuestra actividad laboral propiamente dicha.
Optimizarla, orientarla, realizarla con excelencia, con entusiasmo y con responsabilidad, es un deber humano. La mediocridad es humanamente intolerable.
Estas facetas de nuestro comportamiento deben ser conocidas, asumidas, enriquecidas y armonizadas de tal manera que no se contaminen sino que se colaboren mutuamente dando unidad y coherencia a nuestro comportamiento.

3ª LECTURA GRADO SEXTO
SIGNIFICADO Y VALORES
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DE MI SER CORPÓREO

No escogí ser cuerpo; es mi única CONDICIÓN DE VIDA, de aquella única vida que me toca, puedo y tengo el privilegio de vivir.
Mi cuerpo es MI COMPAÑERO de vida. Doquiera que yo vaya, conmigo mi cuerpo va, como dócil o rebelde, duro o dulce compañero de mi conciencia. Sólo el dueño me libera temporal y parcialmente de él y la muerte lo hace definitivamente, pero en ambos casos dejando de ser parcial o totalmente nosotros mismos.
MI CUERPO ES MI YO MISMO. Mi conciencia me parece hacer sentirlo como algo diferente de mí, objetiva mi cuerpo, realiza una artificial separación entre mi “yo” y mi cuerpo. Pero si reflexiono, me doy cuenta que, mi cuerpo es mi yo mismo. No puedo sentir sin él, no puedo conocer sin él, no puedo existir sin él.
Todo aquello que experimento, todo aquello que constituye mi yo, pasa por los sentidos, es un producto de la interacción de mi cuerpo con su medio vital. Es ese manojo de unificado de experiencias presentes y pasadas lo que constituye mi conciencia.
MI CUERPO ES UNA LIMITACIÓN. Por él estoy anclado en un solo lugar, sólo sucesivamente puedo pasar a otro. Sus fuerzas son limitadas. Mi capacidad de oír, oler, saborear, sentir, es limitada. No puedo oír más allá de donde puede y resiste mi organismo. Mi capacidad de locomoción y estimulación está reducida al ámbito limitado de mi cuerpo. Mis emociones, mis gustos, mis gozos y mis dolores están reducidos a su estrecho margen. Quisiera volar pero no puedo hacerlo; quisiera vivir en todo el mundo pero estoy arraigado en un lugar; quisiera vivir todo lo posible en un instante, pero por ser corpóreo depende de un mundo de tiempo y movimiento. El adelanto tecnológico puede suplir muchas de esas limitaciones pero es incapaz de suprimirlas.
MI CUERPO ES DEBILIDAD. Todo en él es fácilmente vulnerable.
Comparativamente lo es más que el de cualquier otro animal. Las surtidas farmacias para los seres humanos y los numerosos puestos de salud con nutrida clientela, son prueba de la indefinida variedad de enfermedades a que está sometido el ser humano por el hecho de ser cuerpo.
MI CUERPO ES UN RIESGO. Está acechado de peligros. Puede ser fácil blanco de la bala de un fusil o de un diminuto insecto contaminado. El calor, el frío, la lluvia, la comida: todo lo hace vivir, pero también lo puede hacer morir.
MI CUERPO ES GRANDEZA. Es una maravillosa e inagotable fuente de experiencia.
Ni el brillo ni el calor del sol, ni las caricias del viento o de los seres amados, ni las dulces melodías como el trino de los pájaros o el murmullo de los torrentes, ni la significativa palabra, ni el dolor, ni las dulces excitaciones, ni el éxtasis de la relación sexual, nada sería posible sin él. La mente no existiría o si existiera sería vacía, fría y carente de significado, sin la experiencia sensible. Porque sin mi cuerpo no habría relación e intercomunicación con la Naturaleza y los demás seres que me rodean.
Mi cuerpo es una frágil y pasajera, pero ciertamente muy admirable, dulce y excitante forma y ocasión de ser; muchas veces frustrada o empobrecida.

4ª LECTURA GRADO SEXTO
LA MARAVILLA DE VIVIR
A los seres humanos nos asombra y aterra la muerte, pero ante la vida somos terriblemente indiferentes. Vivir nos parece algo demasiado común y normal. Nos hemos acostumbrado a vivir.
Muchas veces hace falta que nos sacuda la muerte para darnos cuenta que estamos vivos.
Cuántos hijos, cuando la madre muere, corren presurosos a enterrarla. Le compran un fino ataúd para que el ser querido repose en paz cómodamente y entre sedas; rodean su cadáver de hermosas y perfumadas flores; entre sollozos claman cómo la amaban. Pero mientras estuvo viva no la visitaron ni le llevaron dulces y flores. Y esa misma madre, cuyo cadáver hoy reposa entre perfumes y sedas, mientras vivió tuvo que dormir en un incómodo catre, un viejo colchón y malolientes cobijas. Hoy ya no ve, ni huele, ni siente, las atenciones que a su cadáver rinden sus desatentos hijos.
Son raros quienes se maravillan y alegran ante la vida. Ella es un milagro permanente ante el cual nos hemos acostumbrado. Lo raro no es que un ser muera; lo milagroso es que vivamos y haya vida en el mundo. Es fácil que un ser muera; es asombroso que viva.
Cuando contemplo un automotor varado en la carretera, frecuentemente me pregunto por qué mi organismo, aparato más complejo y delicado que el del automotor, no se ha varado irremediablemente en el camino de la existencia. Sus numerosas células, órganos, glándulas, válvulas, tan complejas y débiles, ¿Por qué no han parado su funcionar como en el caso de otros seres humanos mucho más fuertes, inteligentes y dignos de vivir? ¿Por qué no he sido yo la víctima de esos tan numerosos accidentes, asesinatos y enfermedades de la más variada índole que han segado la vida de tantos seres humanos?
“Dar por hecho que estamos vivos, es desperdiciar la vida, pues cuando nos damos cuenta que el tiempo ha pasado, es demasiado tarde para recuperarla” (Jairo Galeano).
Cada día y en cada momento y especialmente cuando, después del sueño, abriendo los ojos, nos percatamos admirados que no estamos muertos, elevemos un canto alegre a la vida.
(Reinaldo Suárez Díaz. Lecciones de vida, o.c.p. 15-16).