TEMA 1 MIS EMOCIONES Y SENTIMIENTOS
LA JAULA
Allá en una lejana pradera, en las riberas de un arroyo cristalino, encontré una jaula
cuyas barras habían sido armadas por una mano maestra. En una de sus esquinas yacía,
muerto, un pájaro; en otra, había dos tácitas, una sin agua y otra sin grano.
Me puse entonces a observar y a meditar en todo lo que tenía frente a mí, y me pareció que
en el espectáculo de ese pájaro muerto y en la voz del arroyo, y en esas dilatadas praderas,
había una lección que hablaba a la conciencia e interrogaba nuestras profundas
intimidades.
Medité, y descubrí que ese pájaro humilde había muerto al lado del arroyo luchando
desesperadamente contra la sed; y que en medio de esas vastas praderas, cuna de la vida,
había perecido de hambre.
Momentos después vi la jaula transformarse en un cuerpo humano transparente, y el
pájaro en un corazón con una profunda herida, del centro de la cual manaba una
sangre de un color rojo vivo; y vi que los bordes de la herida se habían transformado en
los labios de una mujer triste.
Y oí salir de esa herida una voz que decía: “Yo soy el corazón humano, esclavo de la
materia y víctima de las leyes terrenales. En medio de las grandes bellezas de la creación,
y en las riberas de los manantiales de la vida, fui apresado en la jaula de unas leyes que
el hombre ha dictado a los sentimientos. Y en las manos del amor, y ante los altares
erigidos a la belleza, fui sacrificado sin piedad y morí en el abandono. Porque todo lo
que la belleza y el amor generosamente brindan, me fue vedado. Todo lo que me atraía
es, según las leyes de los hombres, una vergüenza; y todo lo que deseaba, una vil
degradación.
“Sí soy el corazón humano que fui confinado en una prisión hecha por unas leyes sociales
que me privaron de mis fuerzas, y estrangularon mis sueños. Y con unas cadenas
imaginarias, me redujeron a la impotencia, y así perecí. Y abandonado en los oscuros
callejones de una civilización sin sentimientos de justicia, rendí mi último aliento ante
una humanidad que tiene la lengua paralizada y los ojos secos, pero que siempre sonríe”.
(JALIL GIBRAN. “De las tempestades”.)
REFLEXIONA
• ¿Cuáles son los pensamientos que más te impactaron del anterior escrito?
• ¿Eres libre en tus sentimientos, o estás enjaulado o encadenado? ¿Cuáles son tus
barrotes y tus cadenas?
• ¿Cuál es el mensaje de esta fábula?. Escríbelo en una corta frase.
• ¿Sucede entre nosotros? Da ejemplos.
TEMA 2 EL AMOR Y LA AMISTAD
SOBRE EL AMOR
La palabra amor es utilizada en muchísimos contextos. Pero entender su esencia y su
concepto no es nada fácil. Los filósofos no se han podido poner de acuerdo sobre el
tema.
Hay, sin embargo, ciertas vertientes fundamentales que nos pueden ayudar a hacer
algo de claridad sobre esta realidad que rodea nuestras vidas.
El amor se puede entender de dos maneras. Como búsqueda y anhelo (Eros) o como
entrega o don (Ágape).
El amor como Eros es ese sentimiento, esa fuerza y esa aspiración que nos hace buscar,
anhelar y luchar por lo bello, lo bueno, lo verdadero, lo sublime.
El amor como Ágape, es ese sentimiento, inclinación, fuerza que nos lleva a darnos,
entregarnos, a servir, a cuidar, a buscar la felicidad de otros.
Ambas vertientes o formas de amar, tienen como común denominador la gratuidad, la
universalidad y la capacidad de “sacrificarse por”.
El amor es por esencia desinteresado y gratuito. Se ama por amar, no porque se espera
algo de aquello que se ama; se ama no como yo lo quiero sino como el otro lo quiere;
se ama al otro porque es el otro, no porque me gusta, porque me conviene; considerar
al otro como fin, no como “un medio para”.
El amor está centrado en el “ser” del otro. No puede ser egocéntrico. Por el ser del
otro, su felicidad, su bienestar, se está dispuesto a todo sacrificio que no implique
perder la propia dignidad y valor.
El amor es por esencia universal. Aunque puede centrarse en una persona o realidad
particular, sus motivos son universales. Cuando se ama a alguna persona o a algo, se
está abierto a todo aquello que comulga con la naturaleza de lo amado. El amor
auténtico es generoso, no es celoso, ni envidioso, no puede encerrarse en el egoísmo.
El amor auténtico es por lo tanto muy escaso y de muy difícil realización.
Se ama cuando se quiere aquello que el otro quiere; cuando se goza dando, no tanto
recibiendo; cuando se encuentra o construye la verdad, la bondad y la belleza en la
relación con el ser amado.
Por eso el amor verdadero es benevolente no alcahueta, personalizan-te no alienante. El
amante no puede ser ni poseedor ni poseído, ni domador ni perro faldero. Es el
encuentro de dos personas en búsqueda de perfección en el ser, en la felicidad, en la
belleza, en el bienestar.
Paradójica mente el amor es más fácil de realizar en otras relaciones como las de progenitor
- hijo, médico - paciente, educador - educando, ya que en ellos brilla y puede
brillar más auténtica mente el desinterés y la universalidad.
Pero aún el admirable amor de la Madre Teresa por sus pobres de Calcuta puede no
serlo, si se lo hace por motivos diferentes a la construcción del bien, de la verdad y de
la belleza en los seres amados, sin esperar recompensa ni aquí ni en la eternidad.
REFLEXIONA
Escribe una reflexión personal sobre la lectura
TEMA: NUESTRA MADRE, LA NATURALEZA
LA CARTA DEL INDIO
• ¿Cuáles de estas consideraciones se pueden aplicar a tu localidad?
En 1885 el Gobierno estadounidense propuso a la tribu Dwanwish, Estado de Washington, la compra de sus tierras. El Jefe Indio Seathl dirigió entonces una hermosa carta al presidente Frankin K. Pierce, cuyo texto reproducimos en estas páginas.
El Gran Jefe en Washington manda palabras: él desea comprar nuestra tierra. El Gran Jefe también manda palabras de amistad y bienaventuranza. Esto es muy amable de su parte, ya que nosotros sabemos que él tiene muy poca necesidad de nuestra amistad.
Pero nosotros tenemos en cuenta su oferta, porque nosotros sabemos que si no lo hacemos así, el hombre blanco vendrá con sus pistolas y tomará nuestra tierra, lo que el Jefe Seathl dice es que el Gran Jefe en Washington puede contar con el retorno de las estaciones. Mis palabras son como las estrellas. Ellas no se ocultan. ¿Cómo se puede comprar o vender el cielo, el calor de la tierra? Esta idea es extraña para nosotros. Hasta ahora nosotros no somos dueños de la frescura del aire ni del resplandor del agua. ¿Cómo nos lo pueden ustedes comprar? Nosotros decidiremos en nuestro tiempo.
Cada porción de esta tierra es sagrada para mi gente. Cada espina de brillante pino, cada orilla arenosa, cada bruma en el oscuro bosque, cada claro y zumbador insecto es sagrado en la memoria y en la experiencia de mi gente.
Nosotros sabemos que el hombre blanco no entiende nuestras costumbres. Para él un pedazo de tierra es igual a otro; porque él es un extraño que viene en la noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemigo, y cuando la ha conquistado, sigue adelante. Deja las tumbas de sus padres atrás y no le importa. Las tumbas de sus padres y los derechos de nacimiento de sus hijos son olvidados. Su
apetito devorará la tierra y sólo dejará atrás un desierto. La vista de sus ciudades duele en los ojos del hombre pielroja. Pero tal vez es porque el hombre pielroja es un salvaje y no entiende... No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades de los hombres blancos.
Ningún lugar para escuchar las hojas de la primavera o el susurro de las alas de los insectos. El ruido sólo parece insultar los oídos. Y ¿Qué queda de la vida si el hombre no puede escuchar el hermoso grito del pájaro nocturno o los argumentos de las ranas alrededor de un lago en la noche? El indio prefiere el suave sonido del viento horadando la superficie de un lago, el olor del viento lavado por una lluvia de mediodía o la
fragancia de los pinos. El aire es valioso para el hombre pielroja. Porque todas las cosas comparten la misma respiración. Las bestias, los árboles, el hombre. El hombre blanco parece que no notará el aire que respira. Como un hombre que muere por muchos días, es indiferente ante la hediondez.
Si decido aceptar, pondré una condición. El hombre blanco deberá tratar las bestias de esta tierra como hermanas. Yo soy un salvaje y no entiendo otro camino. He visto miles de búfalos, pudriéndose en las praderas, abandonados por el hombre blanco que pasaba en el tren y los mataba. Yo soy un salvaje y no entiendo cómo el caballo de hierro que fuma puede ser más importante que los búfalos que nosotros sólo matamos para sobrevivir. ¿Qué es el hombre sin las bestias? Si todas las bestias desaparecieran,
el hombre moriría de una gran soledad en el espíritu, porque cualquier cosa que le pase a las bestias también le pasa al hombre. Todas las cosas están relacionadas.
Unas pocas horas más, unos pocos inviernos, y ninguno de los hijos de las grandes tribus que una vez existieron sobre esta tierra, o que anduvieron en pequeñas bandas en los bosques, quedarán para lamentarse ante las tumbas de una gente que fue autora poderosa y tan llena de esperanzas como ustedes. Una cosa nosotros sabemos que el hombre blanco puede descubrir algún día. Nuestro Dios es el mismo Dios. Usted
puede pensar ahora que es dueño de Él, así como usted desea hacerse dueño de nuestra tierra. Pero usted no puede. Él es el Dios del hombre. Y su compasión es igual para el hombre blanco y el hombre pielroja. Esta tierra es preciosa para Él, y hacerle daño a la tierra es amontonar desprecio en torno a su Creador.
Los blancos también pasarán, tal vez más rápido que otras tribus. Continúe contaminando su cama y alguna noche terminará asfixiándose en su propio desprecio.
Cuándo los búfalos sean todos masacrados, los caballos salvajes todos amansados, y los rincones secretos de los bosques inundados por el aroma de muchos hombres y la vista de las montañas repleta de esposas habladoras, ¿En dónde estará el matorral? ¿En dónde estará el águila? Desaparecida. Y ¿Qué es decir adiós a los prados y a la caza, el fin de la vida y el comienzo de la subsistencia? Nosotros tal vez entenderíamos si
supiéramos qué es lo que el hombre blanco sueña, qué esperanza le transmite a sus niños en las noches largas de invierno, qué visiones le queman la mente para que puedan desear el mañana. Pero, nosotros somos salvajes. Los sueños del hombre blanco están ocultos para nosotros. Y porque tales sueños están escondidos, nosotros iremos por nuestro propio camino.
Si nosotros aceptamos, será para asegurar la reservación que se nos ha prometido. Allí tal vez podremos vivir como deseamos los pocos días que nos quedan. Cuando el último pielroja haya desaparecido de la tierra y su memoria sea solamente la sombra de una nube cruzando la pradera, estas costas y estas tierras aún albergarán el espíritu de mi gente, porque ellos aman esta tierra como el recién nacido ama el latido del corazón de su madre. Si nosotros le vendemos a ustedes nuestra tierra, ámenla como nosotros la hemos amado. Cuídenla como nosotros la hemos cuidado. Retengan en sus mentes el recuerdo de la tierra, tal como está cuando ustedes la tomen, y con todas sus fuerzas, con todo su poderío, y con todos sus corazones, consérvenla para sus hijos, y ámenla así como Dios nos ama a todos. Una cosa nosotros sabemos: Nuestro Dios es el mismo Dios de ustedes. Esta tierra es preciosa para Él. Aún el hombre blanco no puede quedar excluido de un destino común.
Todo lo que hiere a la tierra herirá también a los hijos de la tierra. Nuestros hijos han visto a sus padres humillados en la derrota. Nuestros guerreros han sentido la vergüenza. Y después de la derrota convierten sus días en tristezas y contaminan sus cuerpos con comidas dulces y bebidas fuertes. De poca importancia será el lugar en donde pasemos nuestros días, no quedan muchos.
TEMA 3: MI SEXUALIDAD
SEXUALIDAD Y VALORES HUMANOS
La sexualidad es un gran valor que encierra múltiples valores humanos.
Una vivencia sexual auténtica mente humana debe estar en consonancia con nuestra naturaleza corpórea, racional, sentimental y social.
He aquí algunos de los valores humanos que deben ser vividos si buscamos realizar y disfrutar a plenitud nuestra sexualidad.
Aceptación de nuestro ser sexual en su totalidad lo mismo que el ser del otro. Se trata de un bien, una ocasión, un reto de vida.
Aprecio y cuidado. La sexualidad debe vivirse a plenitud, con emoción y con pasión, pero con arte y delicadeza; sin dañarnos ni hacer daño al otro. No puede reducirse a una actividad divertida, a un juego placentero pero superficial y sin sentido.
Conciencia, basada en el conocimiento de sus diversas dimensiones, de su sentido y de su importancia para la propia vida y para las relaciones sociales.
Respeto de la propia dignidad y la dignidad del otro, de los propios y ajenos sentimientos, convicciones y decisiones. No pretendamos que nuestras concepciones y comportamientos sexuales sean los únicos aceptables y deban de servir de modelo para todos. El respeto por la dignidad del otro nace de la conciencia de igualdad, matizada por las diferencias de convicciones, actitudes y comportamientos.
Las formas de vivir la sexualidad deben ser auténticas, es decir, nacer y cimentarse en principios. No debe haber contradicción entre aquello que se piensa y aquello que se dice y hace. También hay que respetar la autenticidad del otro no buscando juzgarlo sino comprenderlo.
Tener conciencia de la dignidad lo mismo que de la repercusión y consecuencias de los propios actos. Toda experiencia sexual está cargada de grandes responsabilidades.
Sentir el gozo y alegría de vivir y convivir las experiencias sexuales en forma plena, racional y auténtica, superando el mero placer corpóreo y momentáneo.
Rodear la sexualidad de arte y belleza. Saborear lo hermoso, lo bello y lo sublime de la realidad sexual.
Somos seres racionales. Hay que moldear lo instintivo y lo inmediato, sin sacrificar la espontaneidad y naturalidad.
La sexualidad debe ir unida a la ternura, la nobleza y los delicados sentimientos.
La sexualidad es una expresión del amor, de la alegría de darse generosamente al otro para que crezca, sea más, viva más, disfrute más.
Lo importante es vivir estos valores a través de nuestra sexualidad, no tanto seguir las
convenciones, normas y prejuicios de culturas y sociedades a menudo deshumanizadas.
MI FAMILIA
¿PARA QUÉ CASARSE?
¿Por qué se casa la gente? Entendemos por “casorio” a la decisión de una pareja de formar un hogar, de convivir establemente, medie o no un formal compromiso ante una autoridad.
Para muy pocos, el amor y la complicidad para la mutua realización y satisfacción, son el motivo fundamental para su casamiento.
Muchos lo hacen por “completarse”, por responder a esa atracción natural entre el
hombre y la mujer. Platón decía que el ser humano primigenio era doble: varón por
delante y mujer por detrás; su condena consiste en haber sido separados y en estar
buscándose sin lograr formar un solo ser.
Otros esperan del matrimonio seguridad para el hoy y para el mañana. “Que alguien se ocupe de mí; no sentirme solo y abandonado”. El varón busca en la mujer una prolongación de su madre, y la mujer en el varón aquella de su padre. El matrimonio se reduce así a una promesa de “atenderse mutuamente”.
Algunos se casan para afirmar una virilidad o su feminidad. En el varón tal virilidad se manifiesta particularmente en el machista “haber conquistado una mujer, tener mujer”.
En la mujer la feminidad se afirma en la generatividad, en ser madre, no haberse dejado quedar del tren, haber agradado a un varón, haber gustado, agrado, haber sido considerada bella por alguien.
Otros lo hacen por deber. La especie, dicen, debe continuar. Ser madre o padres es una necesidad y un deber de realización y un compromiso con la especie. Los gustos sexuales del matrimonio hacen menos pesado tal deber. La responsabilidad exige que la procreación se realice dentro de una relación estable para que se asegure la educación y protección de los hijos. No casarse, pudiéndolo, sería para ellos un acto de egoísmo, un atentado contra la naturaleza y contra la especie. Dar rienda suelta al instinto sexual
sin responsabilidad y fuera del matrimonio, no sería ni digno ni humano.
No pocos se casan por presión o por inercia social. “No quiero quedarme solterón o
solterona. Si no aprovecho esta ocasión, quien sabe si lo podré hacer después”.
El caso extremo es el de aquellos que se casan por presión familiar o simplemente “a resolver”, después de haber “metido la pata”.
Muchos se casan por interés. El matrimonio les da prestigio o simplemente dinero. El “de” es todavía muy anhelado por el encantador sexo femenino. Se buscan apellidos, seguridad económica, prestigio profesional, alianzas familiares, etcétera. En demasiados matrimonios el interés priva sobre otras motivaciones.
Como podemos notarlo, la mayoría de la gente se casa por motivos fútiles, así afirmen que lo hacen por amor. Por esa razón no es raro que la separación y el divorcio sean tan frecuentes.
El compromiso matrimonial debería concebirse como una empresa, una alianza de dos seres para buscar la mutua realización y el mejoramiento de la humanidad, mediante una amorosa vida en común.
Para lograr ese ideal se requiere una respetuosa y total entrega; el darse al otro para que sea él mismo, para que juntos realicen sus anhelos.
Lamentablemente pocos esposos permiten que sus esposas “sean ellas mismas”; las tienen como instrumento de realización social o profesional y de satisfacción sexual; demasiadas esposas son posesivas, no dejan que “su hombre” sea él mismo. Por eso fracasan tantos hogares.
El matrimonio es una aventura responsable, la más importante de las empresas humanas, la permanente construcción de una vida común dentro del amor, la libertad y la autenticidad.